sábado, 17 de septiembre de 2011

Nuevas preguntas metafísicas


Hay que cambiar esas viejas preguntas metafísicas, creo yo. A los jóvenes no creo que les llamen mucho la atención hoy en día. ¿Quiénes somos? Yo, Adri. ¿De dónde venimos? De Matamá. ¿Adónde vamos? En este momento, a Carrefour (*). Sí, hay que cambiar esto por otras preguntas sin solución, más cercanas a la sensibilidad de la juventud.
Y yo, que siempre me había creído capaz de crear frases, pero nunca de plantear preguntas, puedo contribuir a esto. Relataré lo que me sucedió.
Era el 15 de septiembre, a las 17:13 horas, caminaba yo por la tediosa pero llana calle de Pi y Margall, cerca del Barrio do Cura, cuando de repente mi aura pareció salirse de sus límites, mi cuerpo, lo juro, era fosforescente, y el cielo adquirió tonalidades magenta (sí, había abusado del licor café en la sobremesa). Y la pregunta metafísica se plantó en mi cabeza, y dejó unas semillas que espero esparcir por el mundo. No fui feliz, porque los filósofos nunca lo son, pero me sentí orgulloso de mí mismo. No estaba en la bañera, por eso no grité Eureka; además, dudo de que hubiera bañeras en aquellos tiempos en Grecia. Por lo tanto, esa nueva pregunta habrá que añadirla a las otras dos preguntas metafísicas (es decir, insolubles, como el Cola-Cao original en leche fría) que he elegido. La primera, del filósofo Piedrahita es esta: ¿Por qué los adultos construyen columpios encima de los charcos? La segunda, de Josefus Mourinhus, discípulo de Gandhi: ¿Por qué los Sugus de piña tienen envoltorio azul? Y la mía, la última mas no la menos importante: ¿Por qué los superhéroes no tienen pelos en el pecho? Busquemos soluciones, explicaciones, hermanos y hermanas, a tales inquisiciones.

(*) El origen de la metafísica se remonta a hace 2500 años. Después de tres días ininterrumpidos de juerga continua con sus amigotes, ingiriendo copiosamente y sin medida una bebida que no tenía química ni hacía daño, conocida como "viño da casa", Polímero de Samos (Lugo) se hizo las tres preguntas antes de desmayarse. Pasaba al lado un conocido, Fístulo de Ons, quien al oír las preguntas y reflexionar sobre ellas y sobre sus muchas posibilidades pronunció la mítica frase que en esas tierras implica el conocimiento repentino de algo que estaba presente ante los ojos pero uno no percibía. La frase, que ha llegado hasta nuestros días, es: "Ah, carallo".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, lo que averigues de los sugus puedes compartirlo con Mou, te lo agradecerá:

http://www.youtube.com/watch?v=a7LYmRgDd4A

PFF

Anónimo dijo...

el ser superhéroe genera la obligación de mantener siempre una apariencia impoluta, lo cual poco a poco genera una irremediable conducta metrosexual... a mi personalmente me irrita, pero a Lois Lane le encanta.

Firmado: Superman.