martes, 27 de septiembre de 2011

Hoy cumplo años

Debo decir que hace hoy exactamente 49 años, el 27 de septiembre de 1962 (gran año: empezaron su carrera artística los Beatles y los Rolling Stones)  nació en Ponferrada, El Bierzo, a eso de las diez de la mañana y con bastantes riesgos para madre e hijo, un bebé de unos 3 kilos 400 gramos llamado Miguel Ángel, ya que el médico que atendió a su madre, decisivo en salvar a ambos, se llamaba así: Miguel Ángel Freiría, y su madre, agradecida, le puso el nombre del médico salvador. Obviamente ese era yo.  Nunca podré agradecerle lo suficiente haberse llamado Miguel, y no Recesvinto o Cucufato. Nací con algo que se llama asfixia blanca, o sea que nací por los pelos, en la prórroga o en los penaltis: posiblemente esa asfixia blanca dejó secuelas en mi cerebro. Pongo esta foto de cuando era pequeñito porque no tengo a mano ninguna de cuando era bebé: ya se sabe, los padres van sacando cada vez menos fotos según van teniendo hijos, y yo era el cuarto y último. O sea que si no queréis arder en los infiernos por toda la eternidad, felicitadme, ya que ¿sabéis qué es la eternidad? Pues imaginad un pajarillo que picotease una bola de hierro del tamaño del planeta Tierra. Cuando acabara de desmenuzar con su pico el planeta entero... eso sería SOLO el comienzo de la eternidad, un aperitivo, vamos (esto que acabo de relatar era un clásico de los jesuítas para acogotar al personal con el pecado; sale en el soporífero Retrato del artista adolescente de James Joyce). Siempre me ha gustado la espontaneidad de las felicitaciones.
En otro orden de cosas, faltan nueve días para que mi hijo Juan regrese de Ramsgate, Inglaterra, pues está con una familia, con el programa PILI Vigo, nombre más que dudoso para un programa serio. Es casi como lo de Balumba: ¿Alguien aseguraría algo de valor a una empresa de seguros llamada Balumba?. Pues eso, que falta menos para que vuelva y se regenere una cierta normalidad en casa, ya que andamos con lo que se conoce como Síndrome del Nido Vacío: un hijo se va a la universidad (regresa los viernes, o sea que no es para tanto) y otro está por esos mundos. La gente te dice: ¡qué suerte, al fin solos! Yo, la verdad, no considero que sea tal bendición no ver a mis hijos. No se lo digáis a nadie, y mucho menos a ellos, pero los echamos de menos. Pronto los echaremos de más, como decía Kiko Veneno. Por cierto, ahí tenéis una del buen Kiko, una de sus obras maestras: En un Mercedes blanco:


2 comentarios:

Paula dijo...

¡Muchas felicidades, Miguel!.
También Miguel Angel era Buonarrotti.

Fernando dijo...

Si bien es cierto que no eres merecedor de ellas (mi fama como "el que estuvo a punto de implosionar" corre como la pólvora), te deseo muchas Felicidades.