martes, 28 de junio de 2011

Última entrada extra: los rostros de Goya




La visita al Prado durante la excursión a Madrid volvió a reunirme con una de mis obsesiones: Goya. Para mí, el más grande de la historia junto con Rembrandt, Velázquez y Cezanne. Esta última visita me hizo consciente de un rostro que se repite constantemente en el Goya tardío. Fijaos en estos tres cuadros, tres clásicos que todo el mundo conoce, y fijaos en especial en el rostro del hombre que está a la izquierda (en el caso del 2 de Mayo, el que va a asestar la puñalada al mameluco; en el Tres de Mayo, el hombre de la camisa blanca). Son en realidad las mismas caras, y es como si Goya hubiera dotado al pueblo español de un rostro. Sí, ese hombre es un símbolo, un símbolo ambivalente de la violencia y la nobleza, del valor y la crueldad, de la inocencia y la maldad, la brutalidad y la clemencia. Esa cara se repite en Goya, igual que los rostros deformes, cadavéricos, de las Pinturas Negras prefiguran los esperpentos de Valle-Inclán, y el arte expresionista. Tal vez era esta la visión de Goya (ved que esto es solo una hipótesis) de su pueblo, visión coincidente con la de Gabriel Celaya, que en su poema combativo España en marcha definió a este país como una mezcla de ira y luz. Goya sigue vivo, y ese rostro se sigue viendo en las calles, esa amalgama de virtudes y defectos que conforman una nación. Y además, Goya fue un hacedor de símbolos, cualquiera de estos cuadros traciende el material de un lienzo para convertirse en algo universal. Por eso fue, para mí, el más profético, el más trágico, el más grande. Nunca puedo dejar de visitar a Goya cuando voy a Madrid.

(Posdata final: aún no puedo dejar de emocionarme cuando leo el cuaderno de dedicatorias de mis (ex)alumnos)
Feliz verano. Sed buenos.




1 comentario:

PVU dijo...

¡No somos ex!¡Somos alumnos! :)