domingo, 19 de diciembre de 2010

Elena


Esta noche del sábado se ha muerto Elena, víctima de un maldito cáncer. Y este es mi breve homenaje a una mujer sin igual. Sabía que ya no le quedaba casi nada, y quiso regresar a Ponferrada, su tierra más querida, más aun, me parece, que su lugar natal, Tejedo, una aldea del norte de León. Con Elena se nos ha ido mucho a todos. A mí, en especial, se me ha quebrado una gran parte de mi niñez: cuando traía aquellas pastas de Cacabelos, que yo devoraba; cuando llegabas del colegio y estaba en casa hablando con Chiru en la cocina, y se te arreglaba el ánimo decaído post-escolar; cuando nos llevaba al pantano de Bárcena en junio, y en el cassette sonaban Serrat, Arena Caliente, Jorge Cafrune, Mari Trini... Era una mujer magnética, de una elegancia natural realmente espectacular, alta, generosa, adorable. No sé por qué, pero siempre que he visto o escuchado a María Dolores Pradera he pensado en Elena Álvarez. No sé qué se puede decir de ella que fuera malo: me imagino que nada. Es una de las mejores personas, de las más queridas que he conocido en mi vida. No me acostumbro a la idea de no volver a verla.
Elena es la que aparece en la foto agachada, las manos entrelazadas, con unos amigos en algún paraje de su Bierzo entrañable, en algún momento de finales de los setenta. Y no puedo escribir más.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

La última vez que vi a Elena fue en las bodas de oro de tus padres, pero mis recuerdos son de mucho más atrás. De aquellos veranos cuando éramos niños, interesándose por nuestras “aventuras” y tratándonos como personas. Siempre con una sonrisa en los labios .Un gran beso Elena.

Fran

miguel otero dijo...

Tienes toda la razón, Fran: Elena tenía la virtud de hacerte sentir importante, no un mequetrefe o un niñato, sino alguien con su propia valía. Pocas personas tienen esa virtud. Ahora me estoy acordando de un viaje que hicimos Chiru, Susa, Elena y yo a Las Sinas, adelantándonos al pelotón familiar del verano, y...