sábado, 7 de noviembre de 2009

Una de etimologías

Acabo de leer un libro entretenido, simpático y brutal al mismo tiempo: Burlando a la Parca, del norteamericano Josh Bazell. En él, aparte de su visión esperpéntica tanto de la mafia como de un hospital de los EE UU, hallé una etimología que desconocía: el origen de la palabra "mafia". Según el autor, "maifa" ("fanfarrones") es como llamaban los musulmanes a los capataces de los grandes terratenientes de la isla, y de ahí, por una transposición, se llegó a la palabra mundialmente famosa hoy en día.
También hace cosa de un mes me comentó mi amigo Tomás Ruibal el origen de la
palabra "subasta", que viene del latín "sub hasta", es decir, "debajo del mástil de la bandera", ya que el botín del ejército romano se solía repartir en ese lugar, y el reparto era llevado a cabo, inevitablemente, por el "subhastarium". Me encantan estas cosas, ya lo sabéis.
Sin embargo, en muchos casos uno debe ser precavido antes de aceptar etimologías. Y pongo como ejemplo el origen de la palabra "flamenco" según el clásico Corominas. "Flamenco", del neerlandés "flaming", significa "natural de Flandes". Hasta ahí todo va bien. Al parecer en España se aplicó este término a la persona de "tez encarnada, por tomarse el flamenco como prototipo de los pueblos nórdicos". Y de ahí que se llamase así al ave palmípeda, por su color similar (!), y de ahí también la aplicación a las mujeres de tez sonrosada, y de ahí a la persona "gallarda y de buena presencia", y después a la persona "de aspecto provocante, de aire agitanado", hasta llegar al canto andaluz o agitanado. Bueno, pues qué queréis que os diga: en este caso no creo ni en Corominas. Me parece muy agarrado por los pelos, o por las plumas del flamenco, que para todo hay.
Para acabar, una etimología simpática. ¿Sabéis de dónde viene "fimosis"? Pues del griego phímôsis, que significa "yo amordazo con bozal". Ahí queda eso, la mordaza y el bozal. Pa' que no muerda.

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