domingo, 8 de noviembre de 2009

Déjame presumir de ti un poquito

Déjame presumir de ti un poquito
que mi piel sea el forro de tu vestido,
déjame que te coma sólo con los ojos,
con lo que me provocas yo me conformo.

¿Por qué no probar a decirle eso a una mujer a la que quieres? Si es recelosa, desconfiada, creerá que uno va buscando una ración especial de algo no muy común; si es un poco siesa, arrugará la nariz y se largará con dignidad solemne. Pero si tiene sólo una pizca más de sensibilidad que un búfalo del Serengeti, se le abrirán los ojos y el alma y sabrá que eres el elegido, el único, el impecable e insoslayable. Años más tarde, en la tele, en la radio o en un bar, oirá esta estrofa de la canción Soñar contigo cantada por Toni Zenet, con letra antológica de Javier Laguna. Tal vez piense con razón que la letra miente como mienten todos los boleros (ya lo dijo Sabina en su Canción de las noches perdidas), y que tú mentiste como un bellaco, pero si tiene un poco más de sensibilidad que un rinoceronte astigmático, sonreirá para sus afueras y recordará el día inolvidable en que te apropiaste de esas palabras.
Habría que hacer una enciclopedia sobre todas las palabras que uno un día pudo haber dicho y no dijo porque no se atrevió o porque no se le ocurrieron.

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