lunes, 5 de octubre de 2009

Trotski según Padura


Si hay una época apasionante en el siglo XX es la que abarca entre 1917 y 1945. La vida de Liev Davídovich, Trotski, es coetánea de estos años convulsos, atroces, en los que fue víctima y victimario. Leonardo Padura, el autor cubano, ha querido recrear en su última novela, El hombre que amaba a los perros, las vidas cruzadas de Trotski, desde su forzoso exilio provocado por Stalin hasta su muerte, y Ramón Mercader (en la foto de abajo), desde la guerra civil hasta el momento en que asesina a Trotski. La historia está entreverada con la vivencia del protagonista, un escritor cubano que por azar llega a conocer el relato de estas dos vidas cruzadas. No puedo menos que recomendar este libro, no sólo por el tema histórico, tan apasionante, tan perturbador, como por las claves del relato, es decir, los motivos recurrentes que nos llevan a intentar comprender las raíces del fanatismo. Porque una de las preguntas que se plantea es la siguiente: ¿Cómo se crea a un fanático, como se le desposee de su piel primera para convertirlo en un objeto con un objetivo simplificado? O también, ¿cuál es el precio de una revolución, hasta dónde llega la ética para justificar los actos que, teóricamente, nos guiarán a un futuro mejor? Sí, la vida de Trotski es un cuadro de claroscuros, desde la crueldad de la que fue partícipe en la primera revolución hasta ser devorado por ese monstruo creado por él y por Lenin, con constantes reflexiones sobre su papel en la Historia, con la desazón que le causaba haber pasado de ser un líder mundial, venerado por las masas, a un personaje odiado absolutamente por todas las ramas del abanico político: burgueses, comunistas, socialistas, fascistas... tal vez, el hombre más odiado del mundo, lo cual es un gran motivo novelesco. Y no sólo está eso: es muy interesante la visión de la guerra civil vista desde el punto de vista del arco republicano, con la lucha intestina de las facciones, tan encarnizada a veces como la lucha contra el enemigo fascista, con la autodestrucción casi inevitable de la República. Por supuesto que todos los hechos u opiniones son discutibles o matizables; sin embargo, creo que el autor se ha situado en el punto idóneo para no parecer demasiado tendencioso. Además, las conclusiones que extraemos de la novela son aplicables al mundo en que vivimos actualmente. Creo firmemente que es uno de esos libros que se deben leer, para aprender o para reflexionar, o, justo para ambas cosas.

1 comentario:

pedro "el inquisidor" dijo...

Hace poco lei una entrevista con el autor, no me llama mucho el tema y no creo que compre el libro, por otro lado esa parte de la historia no me atrae mucho aunque si la correspondiente al cainismo de la izquierda durante la guerra civil. Habria mucho que hablar sobre el tema pero esta claro que una de las causas principales de que la republica perdiese la guerra fue precisamente la cantidad de taifas que habia, tanto en sentido puramente militar como politico.


Termine con La carretera de Cormac Mc Carthy me parecio muy bueno: cruel, horrible, apocalíptico y al mismo tiempo , tierno, esperanzador, excitante. Muy recomendable.

Tengo en mente "Maderos" de Ken bruen, en algun lugar he visto unas referencias fenomenales, tengo que buscarlo ¿lo conoces?

Y que no se me olvide, pero creo que eso de "luchas intestinas" mereceria la reprobacion de Don Fernando Lazaro Carreter. Hay que ver cuanto pude odiarle por aquello de los arbolitos y sin embargo ahora me parece un fenomeno con unos comentarios extraordinarios