jueves, 22 de octubre de 2009

Cohen: historia de una gabardina azul

Tuve el privilegio de ver en directo a Leonard Cohen en Vigo, el 13 de agosto de 2009. Convencí a Carola y a mi cuñada Vitu para que me acompañaran, y allí fuimos a Castrelos, y vimos al poeta-cantor por el morro, en las gradas del anfiteatro. Para mí fue inolvidable; hay tantas canciones que me emocionan de Cohen ("cohen" significa "niño cantor"; estaba predestinado) que es arduo elegir una, pero así, a botepronto, creo que señalaría una muy especial, Famous blue raincoat. ¿Por qué? Esta canción toca un motivo que me persigue en novelas y relatos, y es el tema de la infidelidad, del engaño, de dos hombres enfrentados por una mujer, tema que resumo en el relato de Borges La intrusa, de El informe de Brodie, y que yo utilizo en mis relatos Nailon y Amaranta, así como en mi novela Detrás de un retrato.
La canción es una carta escrita a un amigo en la madrugada de un día de finales de diciembre en Nueva York. Hay versos resonantes, que me acompañan cotidianamente, que me sorprendo cantando cuando camino por la calle: "La última vez que te vimos parecías mucho más viejo; tu famosa gabardina azul estaba rasgada en el hombro", o, la parte en que desvela poéticamente la infidelidad, cuando narra la llegada de su esposa con un mechón de pelo de él, y cuando dice que después de eso ella no volvió a ser la esposa de nadie; o la parte en que reflexiona sobre el perdón, la amistad, el amor: "¿Qué puedo decirte, hermano mío, asesino mío, qué es lo que puedo decir? Supongo que te echo de menos, supongo que te perdono, me alegro de que te interpusieras en mi camino...", o cuando muestra su excepticismo al oír las promesas de su amigo, su hermano, su asesino, de dejar las drogas, y le dice lapidariamente: "Did you ever go clean?", es decir, ¿es que has estado "limpio" alguna vez?
Además, esta canción me recuerda a gente que he conocido, gente con magnetismo animal, habitualmente politoxicómanos, gente con una capacidad inmensa para embelesar a los demás y de paso hacerles la vida imposible. Tuve un amigo así, y perdí definitivamenbte su amistad hace un año después de un gran número de pequeñas decepciones, de aguantar cosas que no le habría aguantado a nadie. Aun así lo recuerdo muy a menudo. Somos vecinos, y un día, después de un año sin hablarnos, nos cruzamos. No llevaba gabardina azul, sino un jerséy de rayas que no estaba rasgado en el hombro. Se sobresaltó al verme, vi que susurraba mi nombre. Yo enarqué las cejas y seguí adelante.

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