jueves, 24 de septiembre de 2009

Toda la verdad sobre Caín y Abel


Adán y Eva fueron finalmente expulsados del Paraíso. Adán intentó reingresar en él, pero los arcángeles adujeron que con aquellos calcetines blancos con sandalias ni hablar del peluquín. No volvió a intentarlo, y se fue a vivir al Este con Eva, donde prosiguieron un contumaz y compulsivo fornicio que, extrañamente, sólo desembocó en dos hijitos, Caín y Abel.
Abel era guapo, bueno, detallista, ejemplo de urbanidad y aplicadísimo en los estudios. Caín era muy moreno de estar todo el día por ahí, no daba palo al agua, pero era un consumado futbolista. Los padres no podían disimular su preferencia por Abel, y esto no le gustaba demasiado a Caín, que tenía un leve déficit de atención, pero estaba más cachas que Rambo. Así, el día de fin de curso regresaban a casa, Abel con matrícula de honor, y Caín con las diez asignaturas cateadas: había suspendido incluso una de las marías, Ética Proto-Hebrea. No iba contento, no, y su furia se fue incrementando hasta que en un arrebato cogió la mochila, cargada con todos los libros del curso, y se la encasquetó a su hermano en la cabeza. Pnesemos que los libros aún eran pétreos en ese tiempo. Abel cayó fulminado por el peso de tanta cultura.
Caín regresó a casa sin Abel, disimulando. Su madre le preguntó por él, y él le replicó: "¿Acaso soy yo el tutor del curso de mi hermano?" A Eva le convenció el argumento, ya que había visitado al tutor cuarenta y siete veces ese año escolar. Indudablemente, el tutor sabía de su hijo mucho más que ella. Indudablemente, se empezaba a rumorear sobre un affaire entre el tutor y Eva.
Sin embargo, Dios estaba contemplando los hechos, y su voz surgió de los cielos: "Caín, tu envidia te ha hecho cometer un crimen". Si hubiera existido Tena-Lady para Hombre, sin duda Caín habría recurrido a tal pañalcito. Lo habían pillado. Intentó convencer a sus padres de que su hermano se había caído y golpeado contra una quijada de burro, pero, obviamente, no le creyeron. Pidieron consejo al Altísimo, quien deliberó unos minutos.
Dios expulsó a Caín del Este del Edén. Se fue a la Tierra de Nod, donde conoció mujeres diversas y tuvo más de cincuenta hijos que se desperdigaron por todo el mundo. Todos tenían el don balompédico, con lo cual el futuro del fútbol estaba asegurado para la posteridad.
En el Cielo, el arcángel Rafael se preguntó: "¿Por qué lo ha perdonado? Es raro, pues sé de buena tinta que tiene planes para Sodoma y Gomorra, y que por un quítame estas pajas a lo mejor acaba mandando un diluvio en menos de nada." Dios sonrió, si tal cosa es posible, al leer el pensamiento de su consejero, y admitió que su perdón era interesado: "Rafael, piensa que si me hubiera cargado a Caín, en el futuro no existiría la Champions. Además, Abel no está muerto. Lleva un collarín, y ya está preparando el próximo curso. Creo que para la asignatura de Tecnología Proto-Hebrea tiene en mente construir una torre muy, muy alta. He visto los planos" "Espero que esta torre no traiga problemas o confusión", dijo Rafael antes de irse a comer compota de manzana deconstruida y esencia de árbol del paraíso con eneldo en el nuevo restaurante paradisíaco de Ives y Jean Paul.

1 comentario:

pedro dijo...

Después de perder la lectura de tu blog por las vacaciones, problemas en el ordenador ... he estado leyendo algunas entradas y me gustaría a toda velocidad (niños en el baño) confesarte que yo también entró en los bares a leer el sport y el mundo deportivo, sólo me preocupa la bendita Ponfe, me he leido los tres de Larsson y lo que más me gusto de´la lectura veraniega fué "el Lemur" y sobretodo soy un seguidor convencido de Tony Zenet me encanta su manera de INTERPRETAR cantando las letras con ese toque surrealista sureño, hasta le he mandado una copia del CD ( que me compré) a Varela para animarle a contratarle par el Bergidum. Me gusto mucho la historia de tu tio.