jueves, 14 de mayo de 2009

¡Kansas, Kansas! (3)


Ya he dicho que me llamó mucho la atención la planicie de Kansas. Más tarde, me percaté de otros asuntos. Uno, el ciclo de las estaciones. Yo llegué a Lawrence en pleno invierno. Los campos eran de color marrón, el campus tenía un estanque helado, árboles desnudos y aspecto siberiano. Al vivr casi siempre en la ciudad o en la costa gallega, yo no había notado nunca el fluir de las estaciones, hasta que un día de mayo me levanté, y me dirigí al campus. Cuando entré en él, me dije: ¿qué es esto? Súbitamente, de la noche a la mañana, todo era esplendor en la hierba, hojas en los árboles, luminosidad. En mi vida había visto una mutación tan súbita y tan radical en un paisaje.
El otro aspecto era la meteorología. me quedé pasmado cuando vi que, en realidad, el programa más seguido de todos era el pronóstico del tiempo; se seguía con más fanatismo que el baloncesto o el béisbol (vaya peñazo de deporte, dicho sea de paso: tres horas de aburrimiento supino sin que pase nada). Y ojo con las predicciones: un día, anunciaron en la tele local que a las ocho y diez de la tarde tendríamos una potentísima tormenta sobre Lawrence. Yo me reí despectivamente: ¡a las ocho y diez, decían! ¿Por qué no a las ocho y trece minutos? Qué fantasmas, mascullé. Pues sí. A las ocho y diez sonó el primer trueno, y a las ocho de la mañana siguiente nos abandonó por fin la tormenta eléctrica más espeluznante que he sentido en mi vida. Baste decir que mi habitación estuvo iluminada toda la noche.
Otro asunto más fue el de los tornados. Claro, yo estaba en la tierra de Dorothy, la tonta esa de El Mago de Oz, y su perrito Toto. Pues un día apareció un aviso en la televisión: indicaba que existían probabilidades de la formación de tornados. Era lo que me faltaba, me dije. Pocos años atrás, un tornado había hecho desaparecer del mapa un pueblo cercano a Lawrence, o sea que la cosa no era una coña. Por fortuna, no se formó. Pero me enteré de algunas curiosidades, como que el dispositivo de seguimiento de tornados se llama TOTO en honor al perrrito de Dorothy. Hicieron coincidir las iniciales con la denominación genérica del aparato. TOTO= TOtable Tornado Observatory (observatorio portátil de tornados). A mí me recuerda a las siglas de la agencia de Mortadelo y Filemón, la T.I.A. Ah, por cierto: detesto "El Mago de Oz", con sus cancioncillas, sus niñas repelentes, sus leoncillos y hombrecillos de hojalata y espantapájaros, su carretera de ladrillos amarillos y su brujita ; se me nota, ¿no? Y otra vez por cierto, en Lawrence había una calle de ladrillos amarillos, y varias de ladrillos rojos. La técnica consistía en poner ladrillos de canto y hacer el firme, como si fueran adoquines. Son muy bonitas, de verdad, pero dejaron de hacerse porque jorobaban los neumáticos y la suspensión de los coches.
Adiós, carretera de ladrillos amarillos (Goodbye, yellow brick road), como decía Elton John.

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