domingo, 10 de mayo de 2009

Benedicto en el Monte Nebo


La foto del papa en la portada de El País del sábado es reveladora. Se ve a un anciano solo contemplando un paisaje desolado. Desde el monte Nebo según la tradición, fue desde donde Moisés avistó por fin la Tierra Prometida (y donde se quedó para morir y nunca entrar, por una de esas reabietas que le daban a Jehová). Lo que se ve hoy en día es una parábola de la capacidad destructora del hombre: un erial inmenso hasta donde alcanza la vista, una tierra que lleva cuatro mil años en guerras, tanto guerras de liberación como guerras fratricidas como guerras religiosas o guerras raciales o xenófobas; una tierra que debió ofrecer vegas, prados, riachuelos... para acabar en desierto. gracias al hombre y a las cabras y ovejas, auténticas destructoras de hábitats. La Tierra Prometida. Si Dios tenía un plan y sabía lo que iba a suceder, tal vez erró enviando a su pueblo a esa tierra. En aquel tiempo el planeta era un solar vacío, y bien pudo mandarlos a una zona despoblada que pronto se encargarían de hacer florecer, pues nadie puede negar tal cosa a los hebreos. Dios, en cambio, les mandó acabar con todas las tribus idólatras de Canaán, mujeres, niños y ganado incluidos (léase el Deuteronomio: Dios no se andaba con chiquitas, y de amor al prójimo, el justo). Ahí empezó todo lo que nunca se acabará. Tal vez el papa esté también meditando en esa fotografía sobre los renglones torcidos de Dios. Qué viejo se le ve, y qué solo. Qué metáfora del camino que ha proseguido tras el legado reaccionario de Wojtila, que incluso ha acendrado aún más, diciendo barbaridades sobre el preservativo, sobre la ciencia, sobre la vida secular. Solo. Muy solo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Solo? No me da a mi esa sensacion y dudo mucho que la tenga él mismo. En todo caso tiene la pose de cualquier otro Papa a los que parece que el blanco les encorve, tal vez porque el negro sacerdotal disimula esos efectos mientras que el blanco los aumenta. Pero solo ... no lo veo.