lunes, 25 de mayo de 2009

25.000 víctimas

Hay quien dice que una muerte es lo mismo que mil, que una víctima es igual a cinco mil, porque lo que importa es el hecho en sí, y no el número. Y no es cierto. Veinticinco mil víctimas son muchas para cualquier país, pero en el caso de Irlanda es peor, pues este país rondaba los tres millones de habitantes cuando los hechos sucedieron, por lo que se puede considerar una pandemia.Veinticinco mil vístimas de la pedofilia en centro escolares, hospicios y otras instituciones llevadas por la jerarquía católica irlandesa. Si fuera el único país en que los religiosos católicos (curas o monjas) ejercen estas prácticas, se podría considerar como una excepción. Sin embargo, el idéntico escándalo vergonzoso de las parroquias del estado de Massachussets, en los EE UU (que la alta jerarquía tapó vergonzosamente), no deja lugar a dudas: algo falla. ¿Por qué no se produce esta tendencia dentro del Protestantismo?, se preguntará alguno; ¿por qué el estigma de la pederastia dentro de las religiones cristianas se queda siempre en la orilla católica? Pues lógicamente por un antinatural precepto del siglo XVI carente de fundamento evangélico. Es más, si leemos el Antiguo Testamento veremos que Yahvé ordenaba que sus sacerdotes se casaran con vírgenes (aparece en el Levítico, sí), y que yo sepa el Yahvé del Levítico es lo mismo que el Dios del Nuevo Testamento. ¿O no? En fin: este gravísimo problema que estigmatiza al catolicismo tendría su fin si estos hombres pudieran, a través del matrimonio, dar rienda suelta a sus instintos no más bajos, sino más humanos. Mala cosa defender el matrimonio eterno cuando tú ni siquiera sabes qué es; mala cosa la misoginia cuando te lleva a senderos tan escabrosos. Es obvio que veinticinco mil víctimas de abusos dicen más que un millón de palabras vacías durante la homilía, y que esas vícitmas, posiblemente, representen la parte emergida del iceberg, pues muchos no querrán o no se atreverán a denunciar lo que les sucedió. Qué curioso que, como tras el Holocausto, o como tras la Guerra Civil, la gente espere casi medio siglo a atreverse a contar sus historias estremecedoras. El miedo se queda dentro, enraizado como una tenia que no deja de crecer. Y que recen algunos para que aquí en España no se tire de la manta, porque podríamos llevarnos una terrible sorpresa más.
Lo dicho en otras ocasiones: el Catolicismo va hacia su destrucción si sigue en manos de esta jerarquía. No descarto una escisión futura de la que surja una Iglesia más humana, más luminosa, más pegada a la realidad de sus acólitos y más cercana al sentimiento de congregación original, que rechazaba templos y fariseos.

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