domingo, 22 de febrero de 2009

Las esculturas de Míllara


Quique Pedrido (en la foto), cuyo nombre artístico es "Míllara", crea esculturas desde hace muchos años. Empezó por el barro, y poco a poco fue añadiendo a este otros elementos, como el bronce; en su etapa más reciente crea lo que yo denomino cuadros escultóricos , y también pequeñas figuras de bronce que me recuerdan a Giacometti. En la ardua tarea de poner etiquetas a una obra, Quique se inscribe dentro de la figuración abstracta. La cuestión es que la obra de Quique Pedrido es plenamente democrática e intergeneracional, ya que gusta a gente de todas las edades, a gente de gustos y orígenes muy diversos, lo cual, sumado a la calidad de su obra, se debe considerar arte, aunque no la definición del arte de ARCO o demás zocos u oráculos de hoy en día. ¿Cuál es el problema entonces? Pues que en estos tiempos para lograr algún triunfo en este mundo absurdo del arte, tal vez Quique debería añadir a las esculturas de barro, pues... no sé, por ejemplo, ojos de gatos sarnosos, placentas de murciélago y fragmentos de prótesis dentales; y tal vez, si quiere que un día subasten sus obras en Christie's, debería hacer instalaciones; aquí mismo le propongo una que se titule así: "Carnival broth remains: variations" (traducido: "Restos del cocido de carnaval: variaciones"); en esta instalación veremos una mesa de formica con trozos de lacón mordisqueados, chorizos diseccionados, garbanzos hábilmente desperdigados por la mesa, y la mitad de una "cachucha" (la cabeza del cerdo) mirando fijamente al espectador. Otra opción sería un montaje multimedia titulado "Morning Turds 1/50" ("Zurullos matutinos 1/50"), en que cincuenta monitores mostrarían las deposiciones mañaneras de cincuenta personas procedentes de diferentes barrios de la ciudad. No dudo que la marchante más influyente de Nueva York, una tal Emily Van Buren, imaginemos, de rancia estirpe aristocrática de Nueva Inglaterra, afirmará: "Oh, dear, isn't it the ultimate?" ("Oh, cielos, ¿no es esto lo más?"). A partir de ahí su carrera se lanzará hasta la estratosfera.
Yo, por mi parte seguiré guardando como oro en paño esas obras de Quique de su período previo a convertirse en persona multimedia. Pero todo es broma. Quique nunca haría algo así. Quique eligió la aventura de poner al día el ancestral lenguaje del barro y el metal. Renunció a la espuma grasienta de ese arte profundamente estúpido que algunos gurús quieren hacer pasar por bueno, por imprescindible, cuando no cumple ninguna de las funciones del arte, la más importante de las cuales es la mera estética. Persistirá en ese camino que ha elegido, que no será el que le traiga la fama, pero que sí será, sin duda alguna, el camino más bello.(A Quique y María)

1 comentario:

Anónimo dijo...

querido quique lo de las placentas de murcielago...como que no, y Van Buren el unico que conozco es Armi Van Buren, dj profesional holandes, asique me quedo contigo como escultor, pero mejor como persona.Un beso de Juan de Seragude, desde Madrid...un Millara,vamos