viernes, 28 de noviembre de 2008

El Código Di Stefano

Una de las teorías conspiratorias más antiguas, y en modo alguno menos importante que la del asesinato de Kennedy, acaba de salir a la luz. Josep maría Minguella, culé de pro, ha sacado a la luz un documento que obraba en su poder desde hace más de medio siglo: el documento en que se prueba que el Barcelona vendió los derechos de Di Stefano al Real Madrid por más de cuatro millones de los de 1953. Es decir, todo aquello sobre la intervención de Franco para abortar la operación del fichaje del jugador argentino por parte del Barcelona, todo aquello sobre las presiones para que este fichaje no se llevara a cabo, favoreciendo así al Real Madrid, ,se han ido al traste. Por supuesto, Minguella luego pasa a hablar de presiones. políticas.. pero él tenía doce años cuando todo esto sucedió, o sea que como interlocutor no sería muy válido., y además, los responsables de la operación tenían que salvaguardar su honor de algún modo. Aparte de todo, como expuse en otra entrada, ¿cómo podía el Real Madrid ejercer presión alguna, si no había ganado la liga desde antes de la guerra civil? El Real Madrid no pasaba de ser un buen equipo (con peligrosos antecedentes pro-republicanos aunque en ese momento fuese el presidente Bernabeu), pero los buenos de verdad en esos tiempos eran el Atlhletic de Bilbao, el mismo F,C. Barcelona, el Valencia y el Sevilla. Sería insólito que un comparsa dictara las normas, la verdad. Sería como si el Real Madrid de hoy en día dijera que se vio obligado por presiones a vender a Robben al Villarreal.
El hecho es que el Barcelona pudo tener a Di Stefano, pero lo vendió por un plato de lentejas... bueno, por un platazo de lentejas. Dice Minguella que el gran enemigo en aquellos tiempos ya era el Real Madrid, y aquí volvemos a la paranoia: no, no lo era. El Real Madrid se convirtió en un referente mundial posteriormente, gracias a la Copa de Europa, de la que fue socio fundador de primera gracias a un genio, Raimundo Saporta, y cuya primera final se jugó en 1956. El Real Madrid tuvo una visión de futuro que les faltó a otros, y le salió bien la apuesta. El Barcelona no fue capaz de ganarla, y eso que su aparato propangandístico siempre ha dicho que aquella competición la ganaba cualquiera... menos ellos, claro. Se olvidan de que los competidores eran el Milan de Schiafino, la mejor generación alemana previa a Beckenbauer, los franceses Kopa y Lafontaine y otros nada desdeñables. El caso es que el Barcelona, sin duda, podría haberse quedado con Di Stefano, y podría haber cambiado su historia... pero no lo hizo. Después se conformó con el papel del agraviado, papel que contribuyó a fomentar de modo notorio mi admirado Vázquez Montalbán, un hombre humanista y cartesiano que solo perdía la chaveta cuando le tocaban al Barça. Así se forjó la leyenda, el mito: nada de lo que ganase el Real Madrid sería conseguido por medios lícitos. El Barcelona se convertía en Numancia contra el imperio de Roma: no era difícil despertar simpatías.
¿Por qué se guardó más de medio siglo ese documento? La respuesta es obvia, pero la mentira gana batallas, y la verdad al final siempre gana la guerra. Ahora solo falta que se sepa lo de Kennedy.
(Por cierto, mis felicitaciones a todos mis amigos del Barça por la campaña actual. Hombre, yo no es que esté contento, pero hay que reconocer que el Barcelona hace que los rivales parezcan lisiados o veteranos de guerra. No seáis demasiado malos con nosotros, el 14N please: creo que si seguimos con las lesiones, mandaremos a la sección paralímpica)

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