lunes, 17 de noviembre de 2008

Colchones mágicos

¿Qué he estado haciendo de mi vida? ¿Cómo he podido vivir hasta ahora sin el colchón Biscolátex Natura de LoMonaco? Gracias a él eliminaré mi adicción a la cafeína, pues descansaré tan bien que ni me hará falta el café para despejar, y seguramente abandone el tabaco, tal es el nirvana que proporciona el colchoncito. Y no solo eso, ¿es que no sabéis que si te tumbas en él y luego te levantas vuelve a su posición original? ¡Magia! No, no es magia. Se le llama "efecto memoria". Bueno, las barras de pan que comíamos en verano en Vilanova de Arousa también tenían efecto memoria, pues podías juntar punta con punta y luego la barra volvía a su estado original, es decir, recto. Qué fascinante, añadir palabrejas técnicas o sintagmas novedosos a cosas triviales. Los detergentes han sido siempre la avanzadilla: unos tenían dicloroxidenol, otros palitos y barritas, otros apelan al poder del rosa; los cosméticos nos han impuesto la dictadura del áloe vera, plantita picuda que nos salvará de las arrugas, las quemaduras, el envejecimiento, la impotencia... No sé... A lo mejor arreglo mi vida y me compro el Weezzit, un artilugio que sirve para quitar el vello de las manos y sus dedos, los pies y sus dedos, etcétera, atcétera. Y qué decir de esos lácteos que derriten el colesterol malo como mantequilla al fuego, o de esas aguas minerales o esos bífidus que propician el "momento All Bran", es decir, la evacuación regularizada, que ahora se expresa, al parecer, con un movimiento de las manos en descenso. vaya eufemismos, caray.
Ayayay, me parece que tengo que dejar de ver la tele.

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