jueves, 2 de octubre de 2008

Las croquetas de mi Puri


Bueno, bueno. El Tesoro Público, denunciado por un anuncio sexista, en el cual un hombre afirma que no deja a su mujer porque hace unas croquetas excelentes. El anuncio ha sido calificado de gravísima agresión a las mujeres. Concedo que tal los publicistas vez no estuvieron muy espabilados, dada la hipersensibilidad con ciertos temas. Sin embargo, no dejo de preguntarme si habría sucedido algo si en el anuncio una mujer dijese que no dejaba a su marido porque es un as del bricolaje. Seguramente, no sucedería nada, de lo que se deduce que la mujer tiene derecho a ser interesada y aprovechar las virtudes del hombre-prototipo, mientras que el hombre no así con la mujer-prototipo. Ahí está la cuestión: cierto sector de hombres (heterosexuales cooperativos en labores caseras, por ejemplo) no tienen quien los defienda. Nos meten en el mismo saco que a los uxoricidas: como el Dios del AT, da igual que haya hombres justos en Sodoma y Gomorra; como el rey francés, da igual que algunos de los cátaros sean justos: mátenlos a todos por si acaso. Ya puestos, seamos justos. ¿Por qué nadie puso el grito en el cielo cuando, hace unos años, en un anuncio de electrodomésticos, los técnicos traían una máquina fantástica y en vez de llevarse el electrodoméstico viejo, se llevaban lo inservible de la casa, es decir, al marido?
Lo curioso es que, dentro del espectro social en que me muevo (funcionarios, clases profesionales de clase media, media-alta), constato que los hombres cocinan con tanta frecuencia (si no más, dado que muchas mujeres de mi generación se han negado a cocinar reivindicativamente) como ellas, y que comparten las labores de la casa con bastante equidad. Pronto tendrá que surgir una línea publicitaria que ampare a este sector masculino de la sociedad, que EXISTE, como Teruel. Pero claro, mencionar la palabra "hombre" remite a un monstruo peludo, violento, gandul y borracho que supura testosterona, el cual, paradójicamente, ejerce una atracción fatal en un número de mujeres amplísimo. Nunca ha vendido mucho eso de ser buena persona si querías ligar. No había como ser malote: las tenían por docenas. Temo que se me malinterprete, porque señalar la parte de culpa de muchas mujeres que eligen el macho alfa maltratador parece ponerte en el lado comprensivo de los maltratadores. Ni de broma. Sobra decir lo repugnante, avergonzante e inicuo de la violencia de estos miserables, es obvio que también desearía que, de tener algo de cerebro, se matasen antes de matar, y que no dejo de sentir escalofríos con los homicidios que entran a diario en las noticias, y me solidarizo totalmente con esas pobres mujeres aterrorizadas por energúmenos mononeuronales, pero es que hablo de algo diferente: estoy harto del estereotipo, de verdad. Aún recuerdo a una ministra del último gobierno socialista antes de Aznar, que dijo literalmente que los hombres son unos babosos, unos seres prescindibles. ¿Imagináis a un ministro...? Buf: renuncia en dos minutos. Hay una profe en mi instituto, por ejemplo, que se dedica a mofarse del género masculino en sus clases; lo hace con sorna, claro, pero a los chicos no les sienta nada bien, porque además no tienen armas para replicar a la autoridad, y eso de definir al hombre como un caracol porque se arrastra y es baboso... Hombre, carece de buen gusto, ¿no? Yo me pregunto, ¿qué ocurriría si un profe se dedicara a denigrar con sorna a las chicas de la clase, cuestionando su inteligencia y sus aptitudes de todo tipo? Saldría en los periódicos, en titulares, y en la tele, y la maquinaria se pondría en marcha para que nunca volviera a dar clase. Lo dicho: parece que para cierto tipo de mujeres el único hombre fiable es un gay; los que estamos entre los gays y los maltratadores permanecemos en un limbo, olvidados, nunca reivindicados. Lo dicho, estoy hasta el gorro.
Creo que voy a dejar de ser bueno. Creo que mejor me voy a vivir a Teruel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Especialmente dedicado a Carola, mujer al fin y al cabo, que como todos sabemos es de Orense, lugar donde las patatas son excelentes.

1 kg. de garbanzos, 1 pulpo, pimiento rojo y pimiento verde, ajo, 1 patata, 1 cebolla, pimentón y laurel

Cocer los garbanzos, con una cabeza de ajos, una cebolla y una patata (la patata, la cebolla y los ajos se retiran cuando estén cocidos).

Por otra parte se cuece el pulpo en muy poca agua. Se cuece con hojas de laurel. Aunque sea poca agua el pulpo soltara la suficiente para reservar un cazillo o dos y añadirselo posteriormente a los garbanzos. Conviene probarlo porque seguramente estara salado y si le añadimos posteriormente mucha sal a los garbanzos el resultado final nos quedara salado.

En este punto se supone que tenemos hechos el pulpo y los garbanzos, así que cogemos la cabeza de ajos, la cebolla y la patata y los trituramos con un poquito de caldo de los garbanzos y lo echamos para engordar la salsa.

Troceamos el pulpo en una sartén con aceite, pochamos pimiento rojo y verde, y cuando están pochaditos le echamos un poco de pimentón.
Añadimos ese poquito de agua de pulpo a los garbanzos. Removemos y echamos el pulpo, removemos y lo mezclamos con los garbanzos durante cinco o diez minutos.