jueves, 16 de octubre de 2008

La Biblia en España


Robo el título a Jorgito el Inglés (George Borrow) porque me parece bastante adecuado. Cuando hablamos de la Biblia aquí, en España, me viene a la memoria el ejemplar que hay en la casa de mis padres, en la entrada, cosa que se convirtió en tradición en una época. De pequeño yo creía que la Biblia era un grueso volumen destinado a guardar recibos y facturas, que es para lo que se usaba en casa: nadie nunca la ha leído. Después, comprobé que en la casa de mis amigos tenían el mismo ejemplar (debió de der una oferta editorial para la clase media de los sesenta) y este cumplía la misma funcionalidad. Por tanto, ¿de qué se extraña la Iglesia cuando dice que solo un 20% de los católicos lee la Biblia? Yerran, además, grandemente, pues no creo que llegue al 2%, y la razón es obvia: leer la Biblia en España era, cuando menos, sospechoso. de hecho, NO DEBÍAS leerla, que para eso estaban los curas, no fueras a sacar tus propias conclusiones, maldito luterano. De hecho Jorgito el Inglés acabó en la cárcel allá por los mediados del siglo XIX por el hecho de vender biblias en estos pagos (por desgracia, parece que el español medio dedujo que si no se leía la Biblia, pues no se leía nada, de ahí esos porcentajes tercermundistas de lectores que tenemos, ya que se dice que el 50% de la población nunca ha leído ni leerá un libro en su vida: flipante).
Y la verdad es que el desconocimiento del Libro por antonomasia (junto con la Odisea) es un gran impedimento si estudiamos otras culturas europeas (o la norteamericana, sin ir más lejos), incomprensibles si no se sabe algo de la Biblia: intentad entender Moby Dick, La tierra baldía, el universo de Cormac MacCarthy, de N. Hawthorne, incluso entender 100 años de soledad quedaría incompleto sin conocer esas referencias. Os animo a leer partes: es de lo más entretenido: celos, envidias, infidelidades, asesinatos, castraciones, destrucciones arbitrarias, genocidios... No daban puntada sin hilo, esos ancestrales redactores.
Por tanto, señores jerarcas, admitan algo: si no se lee la Biblia en España es porque ustedes lo han prohibido secularmente, y, curiosamente, suscita mucho mayor interés en ateos o agnósticos que en los católicos apostólicos romanos más castizos. A estos les sobra con los rosarios, las estampitas, las procesiones y demás representaciones teatrales, mucho más fáciles de asimilar que las tremendas contradicciones de ese gran libro milagrosamente preservado a través de la historia. Si leemos el Antiguo Testamento, por ejemplo, comprenderemos perfectamente a Bush y al electorado norteamericano del Medio Oeste, que adora al dios antiguo, vengativo y cruel. Si leemos el mensaje del Nuevo, nos preguntaremos qué pensaría Jesucristo si entrara en el Vaticano y viera a sus vicarios en la tierra haaciendo ostentación de riqueza y apoyando siempre a los más ricos. Pero Jesucristo perdió interés en regresar a este mundo; lleva veinte siglos sin pasarse por aquí. Por algo será.
(Por cierto, qué caridad cristiana la de los de siempre, que consideran un asesinato eliminar un puñado de células, negando la vida que salvarán las células de ese bebé que ha nacido. También estaban (o están) en contra de la epidural, porque lo suyo es sufrir en el parto¿Pueden considerarse interlocutores válidos en lo que se refiere a tener hijos? )

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