domingo, 1 de junio de 2008

Caanán-Zululand

No hay nada nuevo bajo el sol. Según el libro de Jueces de la Biblia, hace más de 3000 años, en Canaán, esa Tierra Prometida que tanto prometía, pero se quedó en avispero, dos tribus, los efraimitas y los galaaditas se lanzaron a la batalla (fratricida, como todo lo de Oriente Medio). Los efraimitas llevaban las de ganar, y se apostaron a orillas del Jordán para detener a los que huían. Como eran tan similares de aspecto, no hubo más remedio que hacer hablar a los fugados para saber de qué lado estaban. Por tanto, les hacían pronunciar la palabra "shibboletz", o "sibolet", en la versión española. Los galaaditas no sabían pronuncia el sonido "sh", por lo que se delataban, y eran liquidados ipso facto. es obvio que al concepto del amor por el prójimo aún le faltaban siglos por llegar (y si no lo creen, lean el Deuteronomio).
Hoy en día, los mozambiqueños huyen del hambre y cruzan a Sudáfrica para conseguir cualquier trabajo, por mal pagado que sea. Los lugareños detienen a los sospechosos y les hacen hablar. Si su lengua no es el zulú, los matan sin contemplaciones. Se exculpan aduciendo que les quitan el trabajo. Vemos lo poco que ha cambiado la especie humana en un lapso de tiempo tan largo, observamos que las motivaciones y las reacciones a un estímulo, e incluso las disculpas, son las mismas de siempre. Vemos también que el lenguaje suele usarse como arma, más que como medio de comunicación.

Pero eso es África, y aquello era el Oriente Medio, aducirá alguno, recalcando que eso aquí no podría pasar. Cuando en Francia expulsen a magrebíes por hablar francés con acento magrebí, o, cuando aquí mismo unos exaltados enciendan la mecha y la turba se ponga a perseguir rumanos, o, sobre todo, cuando en Italia el gobierno de Berlusconi azuze a las muchedumbres para llevar a cabo el primer pogromo contra gitanos e inmigrantes cuyo mortal pecado es ser pobres, nos echaremos las manos a la cabeza. Ojo, que el fascismo avanza con pasos decididos que se van agigantando. Ahora los judíos están en Israel, pero hay muchos pueblos malditos que pueden hacer de chivos expiatorios. Pienso en Francesca, una mujer encantadora, culta, jovial y antifascista hasta la médula, una amiga italiana de mis padres, y me siento casi tan apesadumbrado como debe de estar ella, viendo la imagen troglodita de su amado país. Ojalá no crucemos nosotros esa línea.

Lo dicho: nada nuevo. Nunca aprenderemos.
Y por cierto, redundando: qué pena, lo de Italia.
(A la Italia progresista, hoy en las catacumbas y avergonzada)

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