lunes, 26 de mayo de 2008

La dificultad de lo simple (En Ávila, mis ojos...)

En Ávila, mis ojos,
dentro, en Ávila.
En Ávila del Río

mataron a mi amigo,
dentro, en Ávila


Un poeta anónimo escribió este poema en la Edad Media. Con solo doce palabras diferentes se transmite una historia llena de interrogantes: ¿quiénes mataron al amado de la voz poética? ¿por qué en Ávila? ¿hay alguna circunstancia histórica (o microhistórica) que explique este asesinato? El hecho es que con doce palabras el poeta es capaz de conferir misterio y dramatismo, con doce palabras populares, al alcance de todo aquel que la quiera leer o escuchar. Es el embrujo de la lengua. Qué lejos queda esta sensibilidad de la de tantos y tantos autores que escriben libros al peso, que consideran que utilizar palabras ya extinguidas u obsoletas para dificultar la comprensión del lector les otorga un halo de grandeza, cuando lo que les da es un tufo apestoso a sufriente pseudointelectual, que creen que el misterio o la intriga son engendros para mentes infantiles o cerriles, que creen, en definitiva, que cualquiera que no escriba como ellos no sabe lo que es escribir.
Pobrecitos. Son los mismos que alabaron encomiásticamente a Cervantes y su Quijote con ocasión del cuatricentenario, cuando hoy, si Cervantes volviera a escribir, sería cruelmente denostado y vilipendiado por estas lumbreras decrépitas, que creen haber inventado la literatura (me vienen tantos nombres... pero no los escribiré). Aunque esto tiene difícil solución: España sigue siendo un país barroco cuyos gurús de la literatura siguen embobados por la palabrería vacía del trilero.
Aun así, sé que en el fondo envidian esa sencillez de la que no son capaces, esa extrema dificultad en hacer pasar por fácil lo que es extremadamente arduo; intuyo que venderían lo que les queda del alma por poder haber escrito algo como el célebre minicuento de Augusto Monterroso:



EL DINOSAURIO


Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.



Otro ejemplo de sencillez, de brevedad (siete palabras), de ingenio, pues lo que vale en realidad es conocer los mecanismos internos de la lengua, y no rebuscar en las alcobas cerradas del idioma (esas que nunca se volverán a abrir, porque la lengua va dejando cadáveres en forma de palabras en su existencia) para epatar a un lector ingenuo que diga: ¡qué listo debe de ser, para usar estos términos! La magia de este dinosaurio está en dos palabras cruciales y una ausencia. El sujeto está ausente, por lo que queda libre para nuestra imaginación la identidad de éste (niño/niña/hombre/mujer...); el artículo "el" es crucial, pues nos informa de que el sujeto tenía previo conocimiento del dinosaurio; y, por último, el adverbio "todavía", que implica que ese dinosaurio estaba allí previamente al sueño del sujeto. He aquí la clave.

Qué simple, ¿no? Qué difícil, diría yo.

Como anécdota, cuando le preguntaron a la mujer de Monterroso, Irene Jacobs, si había leído el cuento, ella contestó, con ironía literaria. que lo había empezado, pero iba por la mitad. Perfecto colofón.



(A esos escritores que no afirman haber inventado la literatura)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como cualquier aficionado a la lectura, y tras los obligados pasos, en su dia me di de bruces con el micro relato de Augusto Monterroso:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Entonces me parecio uno mas y hoy me lo sigue pareciendo.

He escuchado/leido demasiadas interpretaciones sobre la supuesta ambiguedad del mismo, algunas de ellas tan imaginativas como la que sigue: el "cuando se despertó" es representado por el pueblo mexicano, y "el dinosaurio" es el PRI que ya llevaba mas de 70 años en el poder, asi que resumiendo quiere decir que cuando el pueblo despertó al día siguiente el gobierno del PRI aun seguia gobernándolos". Otras hacen referencia a una amistad de juventud de Monterroso, conocida bajo el alias de "el dinosaurio", su aficion a relatar los sucesos del dia y su facilidad para quedarse dormido.

Francamente creo que es el mejor momento para acordarse de los famosos tres pies del gato. Particularmente creo que es un bluff como otro cualquiera, llamese mal de las vacas locas, el ratoncito de Richard Gere o cualquier leyenda urbana o noticia que dura lo que a los medios les interesa.

Hay quien define el arte como la expresion, a traves de determinados medios, de un algo que provoca emocion. Segun esa definicion, es arte un cuadro de Velazquez, una obra de Mozart ... pero tambien un geiser en Islandia o una gaona de Jose Tomas, todo depende de la sensibilidad de cada uno.

Hace unos pocos años tuve la fortuna de ver en un teatro la representacion del libro de Yasmina Reza, Arte. La obra cuenta como Sergio ha comprado un cuadro moderno, completamente blanco por cinco millones de pesetas. Marcos lo odia y no puede creer que a un amigo suyo le guste una obra semejante. Ivan intenta, sin exito, apaciguar a las dos partes.

Toda la trama de esta genial obra de teatro gira en torno a estos amigos (magistral en su interpretacion de J.M. Flotats, J.M. Pou y Carlos Hipolito) y el cuadro blanco,que parece no ser completamente blanco. Cada uno representa una personalidad
muy definida y enfrentadas entre sí, lo que hace posible mantener la línea argumental de la obra sin
aburrir al espectador

No creo que haya en el mundo definicion mas dificil que la que corresponda al arte y en esta obra se refleja esta dificultad.

En todo caso es muy facil cobijar bajo ese arbol del arte cualquier hoja, aunque corresponda a una cuchilla de afeitar oxidada.