miércoles, 14 de mayo de 2008

Kid Realidad vs Rocky Ficción

Rocky Ficción subió al ring con su bata de neoseda. Saludó a la concurrencia y alardeó del tono muscular que traslucía su traje especial de neoneopreno. En las muñequeras del traje llevaba sensores especiales que medían las pulsaciones de su rival. En el pecho, un dispositivo que hacía disparar rayos neogamma; las gafas especiales producían ondas sónicas, y su traje de neoneopreno camuflaba el mecanismo que creaba campos magnéticos a su alrededor. Las botas propulsoras le permitían volar a la velocidad del Concorde, y los guantes de neoneopoliestireno clonado desintegraban toda materia viva que tocasen. Además, Rocky Ficción peleaba en casa, en Nueva York. Entre el público estaban Spider-man, el Hombre de Hierro, Daredevil, Hulk, el Capitán América y toda la Patrulla X.

Frente a él se hallaba Kid Realidad, con su bata de boatiné almohadillada, sus calzones de nailon sobre el pantalón de licra metido en las botas verdes de pesca. Llevaba una capa, que su madre había cosido aprovechando los retales de una pancarta contra los poderes locales, y una camiseta de manga larga con lamparones de grasa que hacía poco por disimular una barriga más que prominente. La máscara de Kid Realidad parecía haber sido adquirida en las rebajas de un todo a cien, si es que tal cosa existe. Y su preparador estaba tan borracho que no paraba de cantar boleros y corridos.

El árbitro se despidió de Kid Realidad con lágrimas en los ojos, consciente de la desigual y breve batalla que iba a juzgar, y sonó la campana. Rocky Ficción se plantó delante de Kid, literalmente escojonándose de risa. Esperaba un superhéroe, un supervillano, un mutante, un replicante... algo digno de su artillería. Tardó dos segundos en saber qué le estaba pasando, antes de caer redondo en la lona aullando como un cerdo en San Martín. Kid Realidad le había dado tal patadón en los huevos que había resonado en todo el Madison Square Garden. El árbitro contó hasta diez, y luego hasta veinte, pues los gánsters de las apuestas le había mirado muy mal, pero no había manera de que se levantase. Lo sacaron del ring jurando en arameo. La novia de Rocky Ficción se amarró al brazo de Lobezno, que le daba mucho morbo saber si aparte de esas garritas sabía sacar más cosas.

Kid Realidad alzó los brazos hacia el público, que no sabía si aplaudir, abuchear o subir directamente a freírlo a tiros. Y entonces llegó el momento decisivo. Kid Realidad se despojó de su máscara. Debajo de ella, había otra máscara, pero esta era reconocible, amarilla y roja. Se oyó un ooohhh de admiración, y alguien del público gritó you got it, man! señalándolo con el índice. El público asintió en pleno, y, ahora sí, rindió una ovación al vencedor. Por fin lo habían comprendido. Nadie había sabido hasta ese momento que quien se había subido al ring no era otro que Súper Barrio.

A Luis y Paola, mis sobrinos de Tenochtitlán. Ah, y a César (también conocido como Séfar)

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