lunes, 12 de mayo de 2008

Experiencia Nocilla y neo-folk


Acabo de terminar el libro Nocilla Experience de Agustín Fernández Mallo, y debo confesar mi admiración por este joven autor. Delimitar lo que es novela o lo que no es se antoja bastante arduo. ¿Es esta obra una novela? La respuesta la daré más abajo. De entrada, estas son las diversas líneas argumentales de la obra: un Julio Cortázar fantasmal recorre los paisajes del libro con una nueva versión de Rayuela que encierra una teoría física; Ernesto planea contruir en Nueva York una Torre para Suicidas y un Museo de la Ruina; dos niños recorren zonas de la extinta URSS a través de oleoductos abandonados; Marc vive en una caseta en la azotea del edificio Windsor y escucha constantemente a Sufjan Stevens, lo cual le conecta con el enigmático aritsta Henry J. Darger; Radio 5 todo noticias se oye incesantemente en un transistor encendido en un abandonado Museo del Parchís en Ulan Erge, ciudad de una república asiática; Jota, un nativo de este país, pinta las calles con los cuatro colores de ese juego; el capitán Willard de Apocalypse Now tiene una nueva existencia; Harold, exultante tras superar su separación a base de comer cereales, recorre todos los Estados Unidos corriendo sin parar; Steve, cocinero vanguardista, propone comida teórica, e incluso se plantea cocinar el horizonte.
Y hay más, hay fragmentos de entrevistas a estrellas del rock y del pop, extractos sobre el código samurái de una película de Jim Jarmusch, disertaciones sobre la física (Fdez Mallo es físico, aparte de poeta), sobre los dados, sobre la coincidencia, el arte, la locura, la cultura pop. En todas las narraciones se adivina al poeta que las escribe, intachable su estilo, luminoso con frecuencia, y es destacable su gusto por lo inverosímil, por las ideas peregrinas, por las biografías inconcebibles. Todo nos lleva irremediablemente a una idea: la soledad más profunda del hombre rodeado de gente, la soledad contemporánea, el carácetr insondable de la vida, por mucha física por mucho de la teoría aleatoria que sepamos. Esa creo yo que es la tesis de Fernández Mallo.
Por otro lado, ¿hay unidad en todos los fragmentos? Seguro que en la mente del autor, sí, aunque hay algunas secciones de las que no consigo eextraer la funcionalidad, por ejemplo, las del rock, aunque posiblemente el autor haya querido crear un palimpsesto con vocación de universalidad. Consideraciones técnicas aparte, este libro va a ser, si no lo es ya, un referente de un nuevo modo de hacer literatura, que excede a la tendencia actual de ensayo novelado. Nocilla experience es algo así como poesía ficcional, o ensayo poetizado. ¿Es una novela? Como Fernández Mallo es gallego, entenderá bien mi respuesta: ni lo es, ni deja de serlo.

Como comentario al epílogo del libro, en que un amigo del autor le informa de que hay grandes similitudes de una de las historias de Nocilla Experience con la novela de Roberto Bolaño 2666, le diré que él, Fdez Mallo, me ha birlado un relato en que un hombre escribe una novela formada íntegramente por fragmentos de novelas ya publicadas. Es obvio que ya no lo acabaré. Es lo malo de leer obras ajenas.


Con respecto a Sufjan Stevens y su álbum The Avalanche, otro leitmotif del libro por sus referencia a Henry J. Darger, diré que no es muy común que un disco de descartes y extras sea mejor que su disco-madre, por así decirlo, en este caso, titulado Illinoise. Generalmente el material sobrante no llega al nivel de calidad del disco del que ha sido descartado. Solo hay, a mi parecer, dos caos que contradicen este axioma. Bueno, tres. Son el álbum blanco de The Beatles, All things must pass de George Harrison, y el mismo The Avalanche, de Sufjian Stevens. De los dos primeros no hablaré, baste decir que ambos fueron víctimas tanto de la hipercreatividad como de la tiranía de Lennon-McCartney. El disco de Stevens, representante de lo que se ha llamado Neo-Folk, sin embargo, está directamente relacionado con ese enigmático artista, Darger, quien pasó décadas encerrado en su habitación, pintando cuadros enormes y escribiendo una novela (lógicamente inédita) de unas 15 000 páginas que trata sobre unas niñas princesas, las Vivian Girls, que luchan contra hombres malvados que quieren torturar y asesinar a niñas inocentes. En el disco, uno de los temas, instrumental, trata de las Vivian Girls. La canción se titula The Vivian Girls are visited in the night by Saint Dargarius and his squadron of benevolent butterflies, y Stevens suele actuar ataviado con unas alas de mariposa en homenaje a estas niñas princesas. El título es desmesurado, como Darger, como el propio autor, Stevens, que quiere hacer un álbum por cada estado de los EEUU. Solo le faltan 48. Dios le ayude. O las Vivian Girls.

Consejo: oigan dos canciones de este disco. Una, The Henney Buggy Band y la otra, Springfield, or Bobby got a shadfly caught in his hair . La primera les alegrará el día, y nunca olvidarán el rocambolesco e hipnotizante punteo de la segunda, una mezcla de Crosby, Stills, Nash and Young con altas dosis lisérgicas.
A Jorge Álvarez Yágüez, hombre renacentista en tiempos neoposmodernos

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