lunes, 3 de marzo de 2008

Dios es gallego

Tengo la teoría de que Dios es gallego. Lo demostraré.
Analicemos la historia de Moisés. Moisés sube al monte donde recibirá los Mandamientos. Al llegar a la cima, contempla una zarza que arde pero no se consume (posiblemente era "buxo", o boj, en castellano). Esa zarza le habla, lo cual no deja de ser bastante extraño, pero el caso es que él, curioso de nacimiento, le pregunta a la zarza quién es o a quién representa. La voz responde: "Yo Soy Quien Yo Soy". Moisés, aturdido por la respuesta, vuelve a inquirir: "Vale, ¿pero quién eres?". La voz responde esta vez: "Yo Soy Quien Es". Moisés prefirió dejarse de inquisiciones, y visto el talante de la zarza, y asimismo el uso sibilino y tortuoso del lenguaje del que hacía gala, decidió hacerle caso y bajar los Mandamientos a su pueblo.
Se dice que en realidad Moisés no murió a las puertas de Canaán, sino que emigró hacia Poniente, sentando un precedente en su propio pueblo (bueno, su pueblo emigró hacia todos lados).
Un día llegó a un lugar que con los siglos se llamaría Cambados. En el camino se cruzó con un hombre que iba en manga corta pese al viento glacial que venía del mar. Moisés, admirado, le manifestó que era el hombre más fuerte que había conocido. El hombre afirmó que eso era cierto, pero también que "era o que máis frío pasaba". Desconcertado por estas palabras, entró en una taberna a ahogar el pasmo que le producía la retórica del paisanaje A la luz del vino blanco contó la historia dela zarza a cinco lugareños que acababan de descargar mirra de contrabando. Cuando terminó el relato, uno le dijo: "Dígocho eu"; otro, "Ai, si"; otro, "Ai, non"; el cuarto le espetó: "Andas por aí, calamidá" , y el quinto dijo: "Fala para un menos" y salió de allí a paso lento.
Moisés entonces cayó en la cuenta de que Dios podía ser omnipotente, omnisciente, ubicuo e incluso inicuo cuando se terciaba, pero lo evidente era que, de ser nativo de algún lado, Dios solo podía proceder de esa tierra donde hablaban tan raro.
Se quedó a vivir allí, pues se sentía más cercano a Dios (¡hasta había gente que se apellidaba Dios!), y un día, años más tarde, se encontró por casualidad con otro hebreo, aunque a este le habían obligado a emigrar. El hombre lo reconoció, y, sorprendido, le preguntó: "Moisés, ¿qué haces tú por aquí?" Moisés replicó, en el habla local: "Si cho digo sabes tanto coma min".


A Mané Cuiñas y José Padín

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